jueves, 22 de abril de 2010

Son las dos de la mañana. Diez para las dos para ser más exacta. Tengo bolsas debajo de los ojos y escribo apoyada sobre un cerro de fotocopias, cuadernos y lápices sintiendo que vale la pena. Últimamente he sentido que todo tiene más valor que antes. Otras veces me hubiese acostado a mirar el techo, a quejarme del frio o simplemente a buscar la escusa más barata para no intentar caminar. Ahora no paro, aunque sienta los pies frios.

Antes, recuerdo, veía pasar a la gente sin verle la cara. Puede que lo siga haciendo, pero claramente es menos frecuente. Es que en el fondo es parte de mi escencia, creo. Antes solía paralizarme al ver de frente a alguno de esos fantasmitas que pienso que cada uno tiene dentro. Muchas veces me puse torpe y casi siempre trataba de pasar por el lado haciendoles inconcientemete el camino. Ahora siento que si los veo de frente pasaría por el lado, y si llego a rozar a alguno, me daría vuelta y le diria "lo siento" con una sorrisa, como suelo hacerlo. Eso incluiría algo de picardía e ironía. O sea!

Y así puedo sentir que voy bien por mucho rato hasta que logro percatarme de las cosa que me afligen y que se parecen a una señora que se sube al metro con una calculadora en las manos, que se ubíca a mi lado izquierdo y a la que en mi cabeza tíldo de media esquizo, a la que después de un rato de apretar tecla y tecla, levanta su cabeza, me mira y dice "$490 el pasaje, por eso me falataba plata...", a la que miro también y junto mis labios como en señal de "así es la cosa", a la que veo bajarse luego en mi misma estación y caminar delante mío pensativa y con una mano en la cara. La realidad me espantó el sueño y me dijo: oye, acuerdate que así soy yo.

domingo, 11 de abril de 2010

Intentaré no ser tan egoista con el señor tiempo.

A veces le pedimos mucho y no lo dejamos pasar acorde a lo que nos da. Y le devolvemos los logros antes de que él toque la puerta con algo mejor en los brazos. ¿No creen?